El pasado domingo fue la última transmisión que tuvimos en Azteca Deportes con el gran Santos de Torreón, una fructífera relación que duró largos años, la cual tuvo muchas altas y algunas bajas, y que hoy se extinguió, siendo lo más complejo de entender que Orlegi y TV Azteca ahora comienzan una sociedad y los derechos de transmisión los tiene otra empresa, en este caso Fox Sports, cosas de la pelota que resultan anecdóticas.
Pero más allá de esta fusión laboral, la cual mi compadre David Medrano ha explicado con su característica agudeza y tino, me quedo con los múltiples años que tuve el privilegio de ser parte de las salerosos transmisiones en La Comarca Lagunera, sitio en donde fuimos tratados siempre con distinción y cariño.
Antes de remembrar mi participación como comentarista, debo recordar los pasajes que viví como futbolista en tan feroz lugar para competir, penosamente nunca me pude vestir de corto en el nuevo estadio, el TSM, me retiré antes de su poderosa edificación, pero sí viví momentos maravillosos y espinosos en el antiguo Estadio Corona.
Jugar los domingos por la tarde en ese inmueble era durísimo, la cancha pesada, el pasto sumamente alto, la temperatura demencial, la afición empujando y el equipo normalmente jugando bien a la pelota.
Ir a Torreón era prácticamente tronar el examen de admisión en la Universidad, salir inmune de ese infierno era tarea de titanes, no es que fuera uno resignado, pero se sabía que habría sufrimiento y no poco, recuerdo que pocas ocasiones salí airoso de ahí.
Y de esas escasas ocasiones en que pudimos y pude levantar el brazo en señal de victoria fue una de las más importantes de mi carrera como futbolista, ahí prácticamente conseguí mi tercer título de goleo, esta vez con el Atlante.
Faltaban dos jornadas para el final del campeonato, peleaba con mi querido Carlos Hermosillo el trono de máximo goleador, jugué lastimado y con mucha circunstancia metí dos goles, incluso recuerdo la seña que hice cuando anoté el segundo gol, fue aceptando que había tenido mucha suerte, más de la que merecía.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: LIMPIEMOS MÉXICO: EVOLUCIÓN
En otra ocasión, jugando para Monarcas Morelia unos Cuartos de Final, después de haber declarado una torpeza en el partido de Ida, en donde dije que nunca jugaría en el Santos, de esos estúpidos exabruptos que uno como futbolista tiene alejado de toda sensibilidad pretendiendo ser muy competitivo, tuve que calentar en la banca porque cada vez asomaba la cabeza fuera de la misma me la querían arrancar, al final perdimos la eliminatoria en un denso cruce.
Ya como comentarista fue una odisea fascinante, teniendo muchos, pero muchos excelsos pasajes, y uno que otro sombrío. Tú, Alejandro Irarragorri, has sido un gestor magnífico de la institución, un hombre de vanguardia, innovador, de esos que exploran caminos alternativos que otros ni siquiera intuyen que existen, un directivo exitoso con visión no sólo nacional, sino internacional, lo he escrito aquí y expuesto en otros espacios repetidamente.
Pero también tuvimos nuestros desatinos cuando en tus inicios solicitabas a nuestros jefes en Azteca Deportes que revisaran con lupa los comentarios que vertíamos tanto mi nalgón Martinoli como yo durante los partidos de tu Santos, ya que creías lastimaban tus intereses.
Pero sin el menor atisbo de duda hubo miles de lindos momentos durante estos casi 19 años, vaya locura, 19 años siendo una ínfima, pero inmensamente feliz parte de las transmisiones de un glorioso equipo que no sólo atendía con altivez el tema deportivo, ganar Ligas repetidamente y tener una de las mejores Fuerzas Básicas del país no es un tópico menor.
También entendieron su responsabilidad con la sociedad y la asumieron con una categoría y eficacia imposible de superar, como muestra el domingo ante Pumas realizaron otra vez el 'Guerretón', en donde recaudaron más de nueve mil juguetes que entregaron a diversas instituciones de niñas y niños.
Son una organización global, incluyente, ganadora y sensible, es por eso que despedirnos de esta plaza duele, los vamos a extrañar, y estoy cierto Santos a nosotros, fue una pulcra y exitosa relación laboral en la cual, de la mano, vimos cómo ambos fuimos creciendo y posicionándonos como referentes cada uno en su rama.
Fue un honor y un placer haber sido parte de este colorido viaje con Santos de Torreón, espero sigan triunfando sonoramente como nos tienen acostumbrados, a la distancia y con cariño estaremos pendientes de sus nuevas conquistas.