Mad Max (1979) es una distopía que narra la redención y la lucha por el cambio, una perfecta alegoría del Ave Fénix que —desahuciado en un desierto de desesperanza— resurge de entre sus cenizas apoyado en sus inquebrantables ideales. Esa misma rebeldía impulsa Max Verstappen en una temporada en la que el todopoderoso Lewis Hamilton pretende erigirse como el piloto más ganador de todos los tiempos y es el neerlandés el elegido para intentar impedirlo.
La osadía de un precoz joven que a los 23 años parece haber alcanzado la madurez es el antídoto al que se fían los detractores del imperio del británico de Mercedes, hartos de una dictadura que comenzó en la era del turbo híbrido V6 en la temporada 2014, año en que las Flechas Plateadas tomaron por asalto el poder en la Fórmula 1 para acapararlo celosamente. Pero en el nebuloso panorama para el resto de los equipos, parece que el astuto guerrero de Red Bull, quien lidera el campeonato, es realmente quien devolverá la luz al campeonato y derrumbará las barreras impuestas del statu quo.
Mercedes ha dominado la Fórmula 1 desde ganando los siete campeonatos de pilotos y los de constructores que se han decidido desde entonces y convirtiéndose en el primer equipo en ganar seis títulos consecutivos en ambas categorías. De hecho, el único equipo que fue capaz de desbancar a Mercedes de liderar el mundial desde que el equipo dirigido por Toto Wolff se apoderó del Gran Circo en la era turbo, fue Ferrari con Sebastian Vettel en 2017.
Pero todo imperio tiene un auge y un declive, y aunque pareciera que debido al tremendo momento que atraviesa Verstappen al liderar el campeonato, solo son cuatro puntos más con los que aventaja al de Stevenage con 105 y 101 unidades, respectivamente; mientras que Sir Lewis ha ganado en tres ocasiones de las cinco fechas disputadas hasta el momento, de las cuales las otras dos fueron marcadas por triunfos del nacido en Hasselt.
Es así que el vencedor hace dos domingos en Mónaco estrenará su liderato en el Gran Premio de Azerbaiyán, el sexto fin de semana del Mundial de Fórmula 1, que se disputa en la capital, Bakú, donde Checo Pérez ha conseguido dos de los 10 podios de su carrera, lo que pudiera ser un buen augurio para Red Bull, urgido de puntos también en el campeonato de equipos en el que aventaja por solo una unidad a los germanos, aunque eso sí, el mexicano no ha podido quedar entre los tres mejores desde su arribo a Milton Keynes.
Lewis Hamilton y Max Verstappen tendrán entonces en el escenario bañado por el Mar Caspio y rodeado por las montañas del Cáucaso el lugar perfecto para ajustar cuentas pendientes y dar un golpe en la mesa con el aliciente de la polémica por el criticado alerón de Red Bull en este cerrado comienzo de una larga temporada en la que por primera vez en su brillante trayectoria el neerlandés comanda un certamen de 23 carreras, aunque es más que nadie consciente que apenas se ha consumido menos de la cuarta parte del calendario.
