Después de un necesario periodo de ausencia, el cual agradezco encarecidamente a mi jefe de RÉCORD, acá ando de nuevo pegándole a las letras. El fin de semana tuve la posibilidad de estar en Guadalajara viendo a las Chivas enfrentar al fantástico León.
Primero que nada quiero agradecer a la gente del club León por las playeras oficiales que nos regalaron, así como las que me dieron para mi familia, algunas mentes obtusas y entes envidiosos nos han hecho responsables de la derrota esmeralda, atendiendo al torpe concepto que salamos al León culpando a unos comentaristas que están a varios metros de distancia de la cancha del resultado, nada nuevo bajo el sol.
Dejando de lado este ramplón tema, es una gozada ver jugar en vivo al León, me tocó hace algunas semanas en Puebla y el sábado en el Estadio Akron. Chivas ganó el duelo, Chivas rompió la extraterrestre marca de 12 partidos consecutivos ganados de los verdes, pero que quede claro, Chivas no fue mejor que el León.
La propuesta de los rojiblancos, y obviamente tuya Tomás Boy, fue sensata, identificaron virtudes y miserias con sus contrincantes y sabedores que eran inferiores decidieron apostar por soldar cualquier espacio posible para no ser groseramente lastimados. Los ofensivos del Guadalajara corrieron un maratón, en la mayoría del tiempo corrieron hacia su propia portería, el esfuerzo fue demoledor, muy generoso sin duda, pero excesivo. Los de Jalisco propusieron un duelo lerdo, denso, incluso daba la impresión que se desarrollaba en cámara lenta, para evitar el vértigo, la profundidad y lo lapidario del equipo de Guanajuato.
El León no brilló como en partidos pasados, eso es cierto, pero en el formato de partido promovido por el rival no había cabida para el brillo, sí para la paciencia, aspecto que los verdes exhibieron en gran parte del partido. A mí no me pareció que el León haya jugado mal a la pelota, incluso me gustó esta faceta de cofradía madura, nunca perdieron la calma, no chocaron con las filas enemigas que estaban agazapadas en reducidos metros, tocaron la pelota por prácticamente todas las zonas del campo, entendieron que penetrar las barricadas rojiblancas no podía ser de manera frontal, había que ir construyendo las vías de acceso con tiento, cosa que hicieron.
La circunstancia y la fortuna, benditas ambas, decantaron el cotejo en favor de los locales, empezando por tu lastimoso yerro Alejandro Funk, no haber marcado el penalti sobre ti Jean Meneses, con VAR incluido, fue doloroso para todos sin importar filiaciones, la patada que recibió el mediocampista verde fue grotesca, tú decidiste obviarla. Después tu mal despeje Miguel Herrera en el primer gol, y tu mala lectura al tirar la línea consiguiendo que Alan Pulido te ganara el frente y tuvieras que atropellarlo cometiendo una clara falta que luego el nueve de las Chivas cobró de manera bizarra, pero efectiva.
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La lectura de la noche del sábado puede confundir, del lado del ganador está claro que existe confusión, el excesivo festejo por el triunfo así lo confirma, desproporcionada celebración para tan terrible temporada, al concluir el combate daba la impresión que los rojiblancos habían logrado algún campeonato, y no, solo ganaron un partido en casa después de múltiples semanas de malaria, insisto demasiados juegos pirotécnicos por un triunfo.
Del lado del perdedor no percibo tanto riesgo, se toparon con un rácano rival que les incordió el transitar, fue un lindo ejercicio de espacios reducidos que seguramente varios intentaran implementar en siguientes batallas máxime que se acerca la Liguilla. Pero reitero que desde el palco de transmisión observé a un equipo cabal, adulto, que sabe identificar que se requiere en diversos escenarios, son una especie de camaleón que no les inmuta mimetizarse con las circunstancias reinantes, sigue siendo el candidato mas destacado del campeonato por un buen margen y máximo aspirante a la corona.
Para concluir destaco a dos personajes, uno por bando, de las Chivas a ti Tomás Boy, lo que parecía una llamada de urgencia en necesidad de un bombero que fuera a salvarlos, puede convertirse, corrijo, debe convertirse, en la piedra angular de su resurrección. Señalar que tienen cerca de cuarenta nombres de entrenadores en cartera es una locura y una falacia, no hay que ser muy dotados para darse cuenta que ya tienen al bueno sentado en su banquillo, no hay que buscarle por otros lares, mejor que te provean de mejores recursos humanos Tomás, y verán como regresan a los primeros planos sin tanto dolor.
El otro ser que me sedujo y lo viene haciendo desde algún tiempo eres tú José Iván Rodríguez, juegas con el número doce, y eso me trae nostálgicos recuerdos de mi época en Pumas con ese mismo dorsal.
Pero no es por eso que me encantas, es por tu manera de vincularte con la pelota, tu desparpajo es delicioso, casi siempre juegas a uno o dos toques, y para animarse a hacer eso hay que ser sumamente brillante, antes que el balón llegué a tus botines tú ya identificaste qué carajo vas a hacer con él, y normalmente tiene buen destino, tienes apenas veintidós años pero te manejas con tal soltura que parece que desde que eras un infante juegas en esa demarcación.
Fue una noche extraña, se esperaba que el explosivo y todopoderoso León lastimara a un enclenque Chivas, no fue así, fue un combate apagado, incluso soso, que me parece tampoco cambia lo que son en la actualidad ambas organizaciones.