Diablo

Luis García

Luis García

Luis García

Luis García
| 09 Abr, 2019

Odio los refranes y lugares comunes, pero en un ejercicio de flexibilizar mis ideas atenderé uno contigo, el diablo sabe más por viejo que por diablo, la sabiduría, tu sabiduría, no se compra en ninguna botica, no se encuentra paseando un domingo cualquiera, no llega como inspiración divina, la has ido gestando y enriqueciendo a través de los años, largos años.

La mayoría de los clubes en México poseen una miserable política de scouteo en relación con sus próximos entrenadores, cuando la cosa empieza a arder con el que tienen comandando el timón es cuando se ponen a buscar sustitutos, teniendo que recurrir a los mismos de siempre, a esos que en el pasado fueron despedidos por ineficaces, pero que de pronto vuelven a ser considerados viables para dirigir, una cosa de locos.

De ahí que se diga que en México los entrenadores se suben a una interminable rueda de la fortuna, la cual tarde o temprano les volverá a dar la cabida para sentarse en otro banquillo, aunque no lo merezcan.

Contigo, Ricardo, no sucede esto, tú eres de los directores técnicos que ha sido sumamente influyente en el futbol mexicano, tú has sido un ente esencial en la historia de la pelota, que ha plasmado y permeado una ideología que cuenta con varios imitadores. Tú, por donde has pasado, has dejado sólidos cimientos desde los que se han erguido salubres edificaciones y proyectos, en ocasiones crees que el balón rueda a partir en exclusiva de ti y tus conceptos, cosa que no es así, pero de que eres un genio en la dirección técnica no se pude debatir.

Tus detractores; los exitosos siempre tienen detractores y qué bueno que sea así, señalan que has ganado poco, burdo argumento, soy de los energúmenos que se rebela ante el si ganas vales, si no ganas no vales, esa estupidez de datos, no opiniones, me saca de mis casillas y a mi edad no es nada recomendable.

Estás de vuelta en uno de tus hogares, el infierno, el grandioso Toluca, desde tu arribo las cosas han ido mejorando, hasta el punto que el domingo pasado dieron una exhibición de esas que generan escalofríos, máxime que el rival fue uno de los llamados a ser campeón.

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Si se nos había olvidado de tu injerencia, pues ya nos la recordaste con total severidad, tú no sabes nadar de muertito, tú haces patente que concursas, tú de sutilezas entiendes poco y nada.

A los pocos días que habías tomado posesión en tu actual club, en el aeropuerto me topé con un joven secretario técnico que en el mostrador estaba sacando los boletos para tu equipo, le pregunté sobre ti y me dijo que en cualquier discusión era imposible arrancarte incluso el empate.

Me reí y recordé cuando te tuve en el América, me vino a la mente de inmediato un poderoso discurso que nos diste cuando la cosa venía mal parida, fue en el vestidor en Coapa. Fue una oda de fantásticas ideas mezclada con regaños sin pudor, y soluciones tácticas y estratégicas para cualquier partido que tuviéramos, y cerraste escribiendo con gis en el vetusto pizarrón, y sí, soy Dios en el futbol, y desde ese día a la fecha estoy totalmente de acuerdo, bien entendido lo de deidad, no quiero que algún buen feligrés se sienta por mi falta de sensibilidad.

Me da mucho gusto que estés de regreso en lo que mejor haces, que es la docencia, tú educas a los futbolistas, los haces jugar más y mejor, les engargolas un manual con diversas resoluciones para subsistir en el juego, es como si los operaras de la vista y de manera inmediata ampliaras su visión.

Por supuesto que eres gruñón, por supuesto que eres perfeccionista, por supuesto que tus maneras son hoscas, pero también posees un grandioso sentido del humor, eres sarcástico, amargo y, si te saben llegar, eres incluso encantador.

Tú perteneces a la cancha, te tendrán que sacar en féretro de un campo de futbol, tu vida no se entiende desde otro sitio, ni en otro sitio, es una gozada para mí, y sin duda para millones sin importar filiaciones, que sigas regodeándote como entrenador, querido Ricardo.