Deporte blanco

Luis García

Luis García

Luis García

Luis García
| 06 Abr, 2019

Esta semana, mis emociones fueron sacudidas, estoy senil y caigo fácilmente en actos de barata sensiblería. Tuve el enorme honor de ser invitado al Abierto GNP Seguros en el sensacional Monterrey, cada vez que voy por aquellos lares confirmo que debí haber nacido en Nuevo León.

Me dirigí al fascinante club Sonoma en donde se disputa tan magno evento, el cual lleva once años realizándose, el clima era frío, llovía ligeramente, cosa que hizo aún más agradable mi llegada.

En la explanada, rumbo al magnífico estadio, que le caben cinco mil personas, me topé con Feliciano López que me saca como dos metros de altura, buen tipo, intercambiamos un par de ideas y se retiró a descansar.

Posteriormente a este fortuito encuentro, me introdujeron con los dueños del mayúsculo torneo, María Garza Díaz y su padre Hernán Garza, también saludé a Chalo Estrada, esposo de María, así como conocí a Alfredo Martínez y su esposa Vangy González, el buen Alfredo, tipazo por cierto, es un recalcitrante aficionado tigre, tuvo a bien confesarme su nerviosismo por la consumada Final regia de la Concachampions.

Me trataron con una categoría insuperable, se portaron conmigo sin tener por qué, de manera encantadora, me hicieron sentir como en casa, como si llevara años de conocerlos, gente con mucha educación, sencillos, sin poses y con muy buena vibra.

Vimos el primer set de Angelique Kerber en el restaurante que tenía vista a la cancha principal y bajamos a la tribuna en el segundo set, mismo tema con el partido de Garbiñe Muguruza.

Entre duelo y duelo me encontré con Miguel Layún, nos abrazamos, bromeamos un poco, me habló de lo encantado y sorprendido que lo tiene tanto Monterrey como los Rayados, y nos despedimos, la verdad es que me dio mucho gusto verlo, estoy cierto es un muy buen hombre.

Escuchar de cerca los raquetazos, el esfuerzo emanado en cada derecha o revés de las deportistas, la brutal velocidad de la pelota, los aplausos del público después de un lindo y largo intercambio me fascinó, me hizo recordar de inmediato mi pasado tenístico.

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Aunque no lo crean, fui campeón de nacional de dobles cuando tenía 14 años de pareja del saleroso Jorge Rendón, que después fue un destacado jugador de pádel tenis.

Mi pasado con la raqueta y la pelota de tenis fue constado por María Garza Díaz, que resultó ser amiga de Jorge, quien mediante un mensaje señaló que fui mejor tenista que futbolista. Mi primer día en el torneo fue brutal, acabé noqueado por la emoción, me sentí abrumado por tan espectacular recinto y evento, me costó incluso dormir por la agitación.

Al otro día se me programó una entrevista en un helipuerto, cosa que también ayudó a mi insomnio, ya que le tengo pánico a las alturas, con la fantástica Victoria Azarenka. Mi inglés es precario, poseo un buen y hasta vasto vocabulario en dicha lengua, pero mi pronunciación dista de ser grandiosa, por ende escribí las preguntas y las repetí varias ocasiones enfrente del espejo del baño del hotel.

Llegué primero que Victoria al helipuerto y la verdad no sufrí tanto, me lo imaginé peor, la que sí padeció al llegar fue ella, incluso la tuvieron que agarrar de ambas manos para subirla.

La entrevista, que más bien fue una charla, fluyó bastante bien, ella fue encantadora, hablamos de su país, Bielorrusia, de que agarró la raqueta por primera vez a los siete años, que su modelo a seguir fue Steffi Graf, de su hijo Leo y la dificultad de combinar el rol de madre con el de tenista profesional, de su mejor año el 2012 cuando ganó el Australian Open, así como medalla de bronce en singles y medalla de oro en dobles mixtos en los Juegos Olímpicos de Londres.

Me confesó que su máxima rival es Serena Williams, tuvimos una diferencia en cuanto a la música en español, ya que me dijo que le gustaba Maluma y J Balvin, a lo que respondí que le regalaría un acetato; por mi edad, de la deidad Ricardo Arjona, y cerramos hablando del retiro y de lo que le gustaría hacer después, le llaman mucho la atención los medios de comunicación, así que en un futuro mediato seremos colegas.

Así terminó mi fabulosa odisea en el Abierto GNP Seguros, me fui de ahí inmensamente feliz, me salí de mi zona de confort y gocé como enano cada minuto, no tengo más que palabras de eterno agradecimiento a María, Hernán, Vangy, Alfredo, Chalo y a quienes hicieron posible que viviera este extraordinario acontecimiento desde un sitio muy humano, muy cómodo, muchas gracias.